Hace muchos años, hablamos de 1996, es decir el Siglo pasado, venía yo de dar una de mis vueltas solitarias en mi nueva bici, una Giant Cadex azul preciosa, que me acababa de comprar y me alcanzó un señor de unos cincuenta años, con pinta de gentleman y muy buenas maneras, tanto en su forma de expresarse, como en su ritmo en la bicicleta.

 

Subimos la cuesta de Butrón, hacia Urdúliz a muy buena marcha y ya en la recta hacia Sopelana, me comentó, la posibilidad de que me apuntara en la misma Sociedad en la que él estaba y de la que llevaba una ropa muy llamativa, color naranja: Punta Galea. Me dijo que se llamaba Paco Ezquerra, me habló de las muchas ventajas de andar en bici, dentro de una Sociedad Ciclista y que si me interesaba lo que me comentaba, me acercara un viernes a la tarde por la sede de la Sociedad, sita en la calle Kasune y que preguntara por él, para explicarme con más detalle, todo lo que ahora me contaba de forma resumida, dándome los documentos para inscribirme en Punta Galea.

 

Dejé pasar algunas semanas y seguí saliendo en bici. Yo tenía la costumbre de salir muy tarde, de tal forma que casi siempre veía a los ciclistas de Punta Galea a la contra, pero la verdad es que lo que me había contado Paco, parecía cierto, observaba buen ambiente en aquel grupo y se veía a la gente con cara de pasarlo mucho mejor de lo que yo podía pasarlo, en mis solitarios paseos. Me animé a ir un viernes por la sede de la Sociedad.

Aquel viernes, sobre las 8 y media de la tarde, llegué a los locales de la Sociedad y pregunté por Paco. Casualmente no estaba ese viernes por allí y pensé que debería de volver otro viernes. De pronto sentí un suave toque en el hombro y al volverme ví la imagen de un hombre, con cara de muy buena persona, que me dijo lo siguiente:  hola amigo, soy Fernando y si puedo ayudarte en algo, estoy a tu disposición. Le conté mi conversación con Paco y me habló con enorme respeto, consideración y entusiasmo, abundando en todo lo que Paco, me había contado, me dió todo lujo de detalles y me facilitó todos los papeles necesarios. Aquel encuentro marcó y ligó mi destino al de Punta Galea, por muchos años. Había conocido a dos caballeros.

Fernando Garrastazu, ha seguido siendo siempre un referente para mí, dentro de la Sociedad, un hombre con una palabra atenta y amable para cualquiera y que se hace querer por todos nosotros.  Personas como él son un lujo en cualquier grupo humano, que se precie, del que dan una magnífica imagen, siendo su piedra angular. Yo le admiro y aprecio sinceramente.

Hoy sé que lo está pasando mal, lo mismo que su hijo Arkaitz, que ha sacado todo lo bueno de su padre, por el fallecimiento de su esposa y madre Estibaliz. Desde estas páginas les quiero manifestar mi más profundo pesar por el fatal desenlace y les quiero acompañar en el sentimiento, por tan lamentable pérdida.

Fernando y Arkaitz, sabed, que en Punta Galea, hay mucha gente que en estos momentos se solidariza, de todo corazón con vuestro dolor, porque vosotros sois parte de nuestra familia deportiva y casi de la otra. Seguro que Estíbaliz descansa en paz, porque aparte de las muchísimas cosas buenas que, sin duda poseyera, ha tenido la suerte de tener cerca a dos seres humano, tan extraordinarios como vosotros. Un fuerte abrazo amigos.

José Manuel Marín

 

 

 


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